viernes, 7 de octubre de 2011

9 de octubre, Sant Donís, día de la "Mocaorá"

Pero, ¿qué es la "Mocaorà"? Pues unas piezas de pasta de mazapán en forma de frutas y verduras envueltas en un pañuelo y acompañadas de la tradicional "piuleta" y "tronaor".

Existen varias explicaciones sobre el origen de la "Mocaorà", una tradición que se mantiene con orgullo y que incluso ha ganado en popularidad con el paso de los años. La teoría más aceptada sitúa su aparición en el siglo XV, cuando las celebraciones por la reconquista de Jaume I toman un cariz más ruidoso y festivo, acorde con el carácter valenciano. En aquella época la pólvora toma el papel protagonista y desde las terrazas de las casas, en las plazas y en las calles de Valencia, se lanzan petardos de todas clases, conocidos como "triquitraques", "piuletes" y "tronaors".

Cien años más tarde, los fuegos con pólvora empiezan a institucionalizarse, se organizan procesiones y aparece una romería nocturna en la que se consumen productos típicos de la tierra. Sin embargo, la Guerra de Sucesión y la llegada de Felipe V terminan con estos actos y se prohíbe el lanzamiento de cohetes.

Ante la prohibición, los horneros valencianos ingenian un producto con el que mantener viva la llama de las "piuletes" y "tronaors'", aunque sea desde el punto de vista del paladar. También deciden dar una nota de color con la introducción de unas pequeñas piezas en forma de frutas y hortalizas elaboradas con mazapán. El nombre de "Mocaorà" viene, lógicamente, de la pieza de tela (mocador, pañuelo) con la que se envuelven estas joyas de la repostería valenciana.

Es en este momento cuando la tradición se vuelca en el sentido que hoy conocemos, como una muestra del amor que los novios o maridos sienten por su pareja. La forma de envolver también está sujeta a unas estrictas normas, ya que para que todo sea perfecto las cuatro puntas del pañuelo deben anudarse con estilo y delicadeza.

Hoy en día, es un maravilloso espectáculo observar los escaparates de los hornos y confiterías valencianas adornadas con las frutas, las "piuletes", los "tronaors" y el colorido de los delicados pañuelos de seda. Nada hace indicar, afortunadamente, que la tradición vaya a perderse. Seguro que sabrá adaptarse a los nuevos tiempos, porque ¿a qué persona no le gustaría recibir tan dulce regalo de su pareja?

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